15 de marzo de 2015 – Mario Maure dijo sentir “como una chuza al corazón” con la sola mención de Roberto Arlt en lo que fue el estreno de su columna “Los libros de la buena memoria”,hace dos semanas en “Despacito y por las piedras”. De allí el diálogo propuesto y este escrito en torno a la obra de un escritor “vital y móvil” que según Borges -a quien le costaba bancárselo- “describió el descaro y la bravura del arrabal”. O según Mario, “el poeta que no se encerró en el confort para hacerse el anarquista hipersensible al que le duele todo y no hace nada”.
Vedado y propiamente un marginal por su origen de clase, Arlt se formó con lecturas en bibliotecas populares y de ediciones baratas que imprimieron su potencialidad transgresora en la literatura argentina. Esa experiencia se vio enriquecida por su interés en las revistas de divulgación y de “ciencias ocultas”, dado que “soñaba con grandes invenciones”. Y a pesar de que desde lo técnico podría considerárselo -al modo de alguna de sus aguafuertes- “un inventor fracasado”, sin embargo inventó muchas cosas. Llegó incluso a patentar unas medias con talón de caucho que no debían correrse nunca.
Sin embargo, su mayor aporte tiene que ver con que “a lo mejor no se dio cuenta de que inventó la literatura moderna en este extremo del continente. Porque lo que sí inventó y que fue muy importante, fue una ciudad más futurista que la Buenos Aires real de la época y sus habitantes, que entraban en un tiempo y un espacio nuevos, las grandes urbes del siglo XX. Rompió con la literatura anterior, que es una gauchesca nacionalista fachosa, inventada por las élites para enfrentar al aluvión inmigratorio, en la época del centenario: El gaucho malo y perseguido, bueno para abonar los campos ahora era el símbolo de la nacionalidad. Y en ese sentido también cambió el lenguaje de la literatura: Sacó al lunfardo de su marginalidad para darle estatus literario”.
Mario Maure sobre Roberto Arlt, “Los libros de la buena memoria”, “Despacito y por las piedras”, 14 de marzo de 2.015.
Con la rabia de la orilla y del oficio
Además, en paralelo a la experiencia de otro escritor de los bordes como Horacio Quiroga, Arlt “inventó un tipo de escritor: el trabajador de la escritura. Él no escribe en sus ratos libres de abogado y legislador, ni financiado por sus rentas agrarias. Es periodista también. Se gana la vida escribiendo y llega a lo que es por prepotencia de trabajo. Y por sus horarios de trabajo es un escritor nocturno que recorre la ciudad, pero no sólo la parte linda, sino también los agujeros podridos: prostíbulos, garitos, hoteles de camas calientes, sectas ocultistas. Investiga, observa, ilumina”.
Con la publicación en 1.926 de “El juguete rabioso” -novela que trabaja sobre la marginalidad- marcó definitivamente una literatura de ruptura que trasladó al lenguaje y al oficio periodísticos, sobre todo a partir de las Aguafuertes, “esas columnas que escribía para El Mundo y que hacían que el diario se vendiera como pan caliente, con esa escritura febril, irónica y a la vez de una ternura feroz de la ciudad y las gentes.”
En las Aguafuertes Arlt “describe la vida cotidiana, canalla y monstruosa. Y como buen amante del boxeo nos golpea con palabras. Habla además de los Hoteles para caballeros, que de caballeros no tenían nada: Eran refugio de toda la runfla de sobrevivientes de Buenos Aires, las camas calientes o alojamientos de horas para poder dormir un rato antes de entrar de nuevo a la maquinaria infernal del trabajo urbano. Describe garitos, mercados, rings, el puerto. Por eso la gente se veía representada y compraba el diario sólo para leer las aguafuertes.”
El Adelantado
Mario aseveró que con “Los siete locos” inventó la ciencia-ficción vernácula. Se trata de la historia de Erdosain y la logia secreta comandada por el Astrólogo con la que pretenden hacer una revolución comunista-fascista que detenga el aplastamiento que el capitalismo hace sobre los sujetos y que le devuelva una utopía. Que le devuelva dios a esas masas confundidas. Un delirio de angustia y sufrimientos infinitos. La ciudad que describe es una ciudad violenta, fluorescente con metáforas mecánicas y químicas. Y la ve así porque es un argentino “sin raíces” y su impulso estético encuentra su fundamento en lo nuevo, lo futuro.
Allí cambia el vocabulario de la literatura con imágenes que provienen de la Primera Guerra Mundial, la metalurgia, la física, la aviación y la divulgación científica, del cine, de la radio. Pero también del hipnotismo, el magnetismo, la telepatía, la parapsicología. Todo eso que convivía con el positivismo en las sectas teosóficas, refugio de los desesperados. Por ejemplo escribió: “Vi rostros que parecían haber pasado por los cilindros de una laminadora y cráneos truncos en obtusas, como si los hubiera trepanado una fresa. Un foco ilumina con ramalazo de aluminio las tres cuartas partes de su rostro”.
De ahí que haya sido y sea “el escritor del futuro”. Porque a pesar de su temprana muerte en 1.942 supo alumbrar a “los monstruos” de la ciudad ocultados por la mirada hegemónica. Y más allá de su pesimismo teñido de humor y de sarcasmo, le dio una esperanza a “esa morralla de desposeídos que el capitalismo dejaba afuera y que no iba a incluir de ninguna manera”. Todo en el contexto de la década infame y previo al surgimiento del peronismo y fundamentalmente de la aparición pública de Evita, “una lanza al futuro para provocar transformaciones sociales”.
Según Mario, Arlt fue amado por Onetti y tuvo influencia reconocida en Julio Cortázar y Rodolfo Walsh, si bien siempre luchó contra la falta de linaje y de instrucción que le impedía pertenecer a esa élite de escritores. Y si hoy Arlt es un inevitable, se debe en parte al rescate y jerarquización de su obra olvidada que hizo la revista Contorno en polémica con la revista Sur. Y porque todo lo dejó escrito. En una de sus frases más revolucionarias dijo: “El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura no conversando sobre literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un cross a la mandíbula.”
Ilustraciones de Poly Bernatene, María Laura Ramonet y Viviana Garófoli para “Aguafuertes Porteñas. 10 textos ilustrados x 250 artistas. Ilustradores argentinos en el marco del BACML 2011”.