25 de febrero de 2015 – La activista por los derechos de la diversidad Julieta Antúnez Ríos presentará este miércoles en la Bicameral de Género y Diversidad de la Legislatura provincial un documento donde denuncia el incremento de la violencia institucional y mediática que avasalla al colectivo trans en Mendoza. Espera la adhesión de los legisladores para comenzar a concretar gestiones que garanticen los derechos ciudadanos ya consagrados para el sector. En una profunda entrevista para “Despacito y por las Piedras” relató la trayectoria de vida de las trans en la provincia, sus realidades y condicionamientos que las empujan a la prostitución casi como único medio de subsistencia, y a contar con una esperanza de vida que no supera los 40 años.
La maipucina Julieta Antúnez Ríos logró desde pequeña saltar los condicionamientos que padecen históricamente las personas trans. Se graduó muy joven como Licenciada en Enfermería e inició una profunda carrera militante y política en la defensa de los derechos humanos de la diversidad de la mano de la Agrupación 15 de Julio. Hoy es una referente en materia de diversidad y género en toda la provincia e integra la Bicameral ampliada de Género y Diversidad de la Legislatura. Entre su amplio trabajo territorial se destaca el acompañamiento y asesoramiento, en articulación con la Dirección de Registro Civil y demás órganos gubernamentales, a sus compañeras travestis para acceder al nuevo documento que les permite nombrarse e identificarse legalmente de acuerdo a la identidad de género que fueron construyendo durante el transcurso de su vida, herramienta central para el cumplimiento del resto de sus derechos ciudadanos. Claro que para llegar a esta instancia, antes había protagonizado el reclamo político de la adhesión mendocina a la Ley Nacional de Identidad de Género sancionada en 2012 en el Congreso. Recién en 2014, la provincia habilitó dicha adhesión.
La creciente persecución policial y criminalización que sufre el colectivo trans en Mendoza, la ha ubicado en el último tiempo dentro del activismo contra la violencia institucional. Desde este lugar “Despacito y por las Piedras” la entrevistó el último sábado. Durante la charla, además de dar cuenta de la realidad que padece el sector, anticipó las medidas y propuestas que trabaja para contrarrestar dicho flagelo y obtener respuestas institucionales acordes a las demandas.
Como disparador, se hizo referencia a la situación de extrema violencia policial que experimentó Alexandra Martín Ribera el 13 de enero de parte de preventores de la Municipalidad de Mendoza y efectivos de la Comisaría 2da de Capital. “Este es uno de los tantos casos de persecución que padecen las trans en la provincia, la diferencia es que Alexandra se animó a denunciar porque no sufre vulneración, no ejerce prostitución, es comerciante”, señaló Julieta.
El caso es que esa noche, Alexandra fue interceptada por una preventora cuando se dirigía a tomar un taxi para asistir a un cumpleaños. Fue agredida verbalmente con dichos “transfóbicos” por la preventora y luego traslada por un grupo de policías al destacamento policial. Allí, la violencia se tornó, además de psicológica, física.
Este tipo de operativos es frecuente y sistemático sobre las personas trans que como medio de subsistencia deben ejercer la prostitución, según relató la entrevistada. Los preventores se apoyan en el Código de Convivencia que rige en la Ciudad para llevar adelante estos actos discriminatorios. Luego la policía hace lo suyo bajo los imperativos del Código de Faltas –que data desde la dictadura – aplicable en toda la provincia, y así desconocen e incumplen la Ley Nacional de Identidad de Género.
“Las llevan a calabozos, las encierran bajo la excusa de la detención por averiguación de antecedentes. Las tratan en masculino, las golpean, las hacen desnudar, las humillan, violentan su integridad física, les exigen sacarse las extensiones, las pelucas, el maquillaje”, enumeró Julieta Antúnez, además de denunciar que estas detenciones son realizadas sin intervención de las fiscalías que actúan en las mismas comisarías.
La referente explicó que este tipo de abusos es sistemático sobre las chicas que deben prostituirse, quienes no se atreven a realizar denuncias públicas porque cada noche tienen que retornar a las calles, y así la represión policial se cometería con el doble de saña. Sin embargo, le hacen llegar a Julieta los reclamos y videos que dan cuenta de esta situación.
Explicó que para aquellas trans que provienen del exterior del país, la violencia se duplica, también sufren xenofobia policial. “Se cree que nosotras no tenemos Patria, se nos trató siempre fuera de la ley pero hoy sí podemos decir que somos ciudadanas argentinas”, expresó Julieta y agregó que aunque ella no es víctima de esta persecución, se planta en defensa del colectivo “porque soy una más de ellas, y tengo los medios para defenderlas o intentar hacerlo”.
El caso de Alexandra tomó repercusión mediática, lo que permitió que Antúnez Ríos y sus compañeros de la 15 de Julio concretaran una reunión con referentes de la subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia, Inadi y la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional para analizar los pasos a seguir ante la situación. Una de las principales conclusiones a las que se llegó en aquella ocasión fue “trabajar en la concientización de las compañeras, explicarles sus derechos legítimos para que ellas puedan hacerse respetar ante la policía.”
El pedido a la Bicameral
Pero Julieta no se queda a la espera del cambio de conciencia de parte del colectivo cómo única solución posible. Es por eso que este miércoles, como integrante de la Bicameral de Género y Diversidad, presentará en la Legislatura un acta repudio sobre el incremento de la violencia policial contra el colectivo trans. “La intención es que los legisladores que forman parte de la bicameral adhieran al repudio”, informó.
“Hasta ahora no hemos tenido respuesta del Poder Judicial, solo de la Oficina Contra la Violencia Hacia la Mujer del Poder Judicial (Ofavmu Mendoza). Con ellas queremos trabajar las medidas sobre la connivencia de las fiscalías dentro de las comisarías” agregó.
“Las travestis no nos dirimimos entre ser universitarias o ser putas, nos toca ser putas”
Diferentes estudios y organizaciones que pujan por los derechos de las travestis, denuncian que más del 90 por ciento del colectivo se ve condicionado a sustentarse de la prostitución. De ese total, el 85 por ciento ha manifestado que preferiría cualquier otro trabajo si tuviese la posibilidad de obtenerlo. Julieta fue consultada en “Despacito y por las Piedras” sobre los condicionamientos que empujan a las trans a vivir de la prostitución como opción única:
“La Ley de Identidad de Género es muy nueva, acá se adhirió recién en 2014. La falta de conocimiento y de resguardo legal es lo que nos empuja. En la adolescencia, a los 13 años, tenemos que irnos de nuestras casas. No queremos que nuestros padres nos sigan imponiendo la normativa heteropatriarcal y religiosa que nos oprime. Esto es como una olla a presión, donde una trata de acomodarse hasta que dice ´esta soy yo´ o no lo dice nunca.”
Desde pequeñas las personas trans son maltratadas en su núcleo familiar, expulsadas de sus hogares y del sistema educativo que no las contiene. Las chicas quedan en la calle, sin familia, sin escuela y tienen que sobrevivir, según relató Julieta.
“El grupo donde se sienten más contenidas es el de las travestis más viejas. Pero ellas tampoco escapan a la realidad actual, también se prostituyen, es lo que saben hacer, es una cadena. Para prostituirnos tenemos que tener esos cuerpos exuberantes. La Ley nos dice ahora que podemos acceder a tratamientos hormonales o cirugías, pero desde el Ministerio de Salud de la Nación aun no los reglamentan. Entonces, las chicas empiezan a adecuar sus cuerpos con silicona líquida que se usa en mecánica, muy toxica y dañina para la salud, de ahí viene que el promedio de vida de las travestis no supera los 40 años”, narró y denunció la referente.
Y continuó: “las travestis no nos dirimimos entre ser universitarias y ser putas, nos toca ser putas. En lo particular tuve la fortaleza y la suerte de tener acompañamiento y no caer en la prostitución. No es la realidad de todas, en Mendoza somos solo tres las universitarias”.
¿Zonas rojas?
Consultada sobre si las zonas rojas ayudarían a mermar la violencia sobre las travestis, Antúnez Ríos consideró que no constituiría una respuesta viable a las demandas del colectivo. “Sería seguir reivindicando la prostitución como medio de subsistencia único para las trans. Cuando les demos políticas de trabajo inclusivas, permanentes y efectivas, podrán tener la elección de trabajar o prostituirse, recién allí podremos dar el debate de la zona roja y la reglamentación. Mientras, pedimos igualdad de condiciones en salud, educación y el trabajo”, concluyó.