26 de junio de 2015 – Gumersinda Giménez, Madre de la Lucha, referente de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional e integrante de la Tupac, fue entrevistada en “Tan Gente” a 8 años del asesinato de su hija, Judith Alice Giménez en la Villa 31 de Capital, cuando tenía 16 años. Federico Sandoval, el gendarme asesino, recibió en 2008 una leve condena de 8 años de prisión y el hecho pasó inadvertido en tanto femicidio, punto que desde hace años señala la madre. La organización social, la militancia y el rol de las políticas de Estado, claves para contrarrestar la estigmatización que deviene en violencia.
La madrugada del 24 de junio de 2007, el gendarme de Prefectura Federico Sandoval asesinó de un balazo en la nuca con su arma oficial a Judith Alice Giménez, de 16 años, en un pasillo de la Villa 31 en Retiro, CABA. La versión difundida por los medios de comunicación fue que se trataba de un “crimen pasional”, ya que el uniformado estaba “obsesionado” con la joven. Un año después se realizó el juicio, que arrojó la más baja condena posible -8 años y 8 meses- por parte del Tribunal Oral en lo Criminal 11 de Buenos Aires, que en 2013 absolvió al policía federal que asesinó en esa ciudad a Alan Tapia, de 19 años, mientras dormía en su casa.
En la semana se realizaron homenajes y una marcha en memoria de Judith y pedidos de reclamos de justicia para todas las pibas y los pibes víctimas de violencia institucional. Gumersinda Giménez es la madre de Judith y -como cientos de mujeres que fueron transformadas en madres del dolor-, salió a la lucha y se convirtió en una referente y militante de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional e integra la Tupac Amaru, y desarrolla trabajo territorial alrededor del diputado nacional Leonardo Grosso.
En la entrevista quedó expuesto cómo el odio de clase institucionalizado es uno de los agravantes en que se asienta la violencia con la que funcionarios estatales -y no solo necesariamente de las fuerzas armadas y de seguridad- se ensañan contra las personas más desprotegidas en los asentamientos, las y los menores de edad. En el caso de Judith -como en el de otras adolescentes, prácticamente desconocidos- el agravante es mayor porque se trata de un hecho de violencia machista. Para su madre, es sistemática y a nivel regional la violencia que se ejerce contra quienes habitan “los territorios de barrios bajos y villas, porque son nuestros chicos los que son víctimas por portación de rostro, por la ropa que visten, por la gorra que nos identifica como villeros”.
Lo mismo sucede respecto a la posibilidad de justicia y a las condiciones de detención: Gumersinda se sentía “muy contenta” ante la pronta llegada del juicio oral en 2008, “a la espera de una condena justa”, aunque le diesen lo que le diesen. Dijo: “un asesino así, que te saca la vida de tus hijos ya no es alcanzable para una mamá ni para un papá, ni un hermano, ni para los familiares, porque a los asesinos los separa una reja, adentro todo es privilegio y no como con nuestros niños chicos de los territorios, muchas veces en celdas de dos por dos, o de dos por uno, purgando penas por delitos que capaz ni han cometido”.
Gumersinda explicó que desde el territorio convirtió “el dolor en militancia, en lucha por los pibes de mi barrio”. Política y organizacionalmente el referente es el diputado nacional del Frente Para la Victoria, Leonardo Grosso, según la entrevistada “nuestra bandera, el que se puso los pantalones y sabe lo que es vivir día a día en un barrio”. Y agregó que “no es fácil encontrar a un diputado nacional que diga ´yo quiero que esta ley funcione´”. En el territorio se articulan el trabajo preventivo y el asesoramiento a partir de la visibilización de los hechos, y de allí la importancia de podar contar “con un abogado y un psicóloga que nos pueda escuchar”.
Gumersinda no espera a las madres y familiares, potenciales víctimas por la situación de riesgo en que se encuentran sus hijos e hijas, sino que sale ella “a buscarlos”, busca “formas de llegar”. Ése hubiese sido el deseo de Judith, que quería ser trabajadora social, hasta que “le truncó la vida este bestia que se le cruzó en el camino”.
Gumersinda Giménez a ocho años del asesinato de Judith Alice, su hija. Informe de Sebastián Moro para “Tan Gente”, 25 de junio de 2015.
Femicidios, estigmatización y medios
En una entrevista que se le hizo en 2009 para un trabajo periodístico que abordó la violencia institucional en lugares estigmatizados por los medios de comunicación, y lo que significa para las mujeres y adolescentes vivir bajo esas condiciones, Gumersinda lamentó que en relación al asesinato de su hija, “el caso fuera tratado como un crimen pasional, porque cuando la desgracia nos toca a las mujeres, siempre se usan los mismos términos. Si te mata un gendarme porque sí, sos piba chorra. Si el tipo te busca para otra cosa, es pasional. A Sandoval le dieron una condena vergonzosa. Como habitante de esta villa, me repugna la actitud que adopta la Justicia cuando el fallo involucra a víctimas mujeres y adolescentes, y me rompe el alma la indiferencia de las autoridades cuando una les pide ayuda para que no se victimice más a las chicas”.
En general, los hechos de adolescentes asesinadas por policías son más invisibilizados que los de varones -como sucedió en Mendoza con las muertes de Tania Páez y Lorena Castro-, pero, como sucedió con Judith y otras adolescentes en Buenos Aires, lo primero que se dio fue una explosión irresponsable de la noticia, alejada de las víctimas e incluso culpabilizante. Luego sí, sobrevienen la invisibilización y la indiferencia. De allí que la referente pide que cuando los medios cubren hechos así, “al menos tengan en cuenta el dolor de las familias. No se puede creer que venga un uniformado a matar a una adolescente y le llamen crimen pasional”.
Con la recomendación especial para quienes viven en el territorio, de que “se acerquen, consulten, denuncien”, el mensaje final de Gumersinda fue el de “una madre a la que un bestia le asesinó la hija por violencia institucional”: “No digas ´algo habrá hecho´. Son cosas que no deberían pensarse ni un segundo. En lugar de eso, hay que salir y pedir ayuda, con lucha, militancia y organización social. Porque un uniformado que ve que hay muchas organizaciones unidas y una militancia colectiva, para un poco la mano. Porque sabe que en cualquier momento se le va a podrir todo”.
Fotografías: Campaña Nacional contra la Violencia Institucional y Campaña Nacional contra la Violencia Institucional Mendoza.